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LA DOBLE APROBACIÓN
Hermanos míos, que vuestra fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo sea sin acepción de personas. Santiago 2:1.
Es bien sabido que, tristemente, en la calle todavía las mujeres tienen que soportar que haya dos varas de medir, una para los varones y otra para las mujeres. Una vez conseguido el título necesario, ellos pueden ir tranquilamente a presentarse a cualquier trabajo, y si se les considera aptos, perfecto y a poner su talento al servicio de la empresa. Ellas, una vez conseguido su trabajo, con iguales títulos y experiencia que los varones, deben continuar demostrando están capacitadas para trabajar en el puesto al que han sido designadas. Una y otra vez, deben estar demostrando lo que valen, luchando para que se les haga el mismo caso que a los varones, etcétera.
¡Qué triste cuándo en el mundo cristiano sucede lo mismo! Que haya iglesias y lugares que a igual formación y experiencia, las mujeres tengan que continuar soportando esta doble vara de medir. Que una vez terminada su formación teológica, a los varones los pongan de pastores aquí y allá sin cuestionar si su vocación o preparación son las adecuadas. Y en cambio las mujeres, antes de recibir un cargo que se crea importante, tengan que demostrar si su vocación de servir al Señor es auténtica y su valía levantando obras en lugares difíciles una y otra vez. Esto es actuar como los creyentes a los que se dirigía Santiago, haciendo acepción de personas. Que lo que valga y capacite a unas personas, no sirva para otras. O se pone a prueba a varones y mujeres o se les da el visto bueno a los dos.
Alguien podrá pensar: “eso no pasa en mi iglesia”. Pero la realidad es que las mujeres, en la mayoría de las iglesias, no pueden llegar a los mismos puestos de liderazgo que los varones aunque tengan siete doctorados teológicos y una larga experiencia de servicio. Y cuando se hacen congresos o eventos para tratar temas que afectan a todas las personas de la iglesia por igual, muchas veces las mujeres son echadas a un lado. Recuerdo que hace unos años se hizo un evento para tratar sobre la alabanza, que se pudo ver en vídeo. Vi a varios varones, y a una sola mujer, cuando es sabido que hay cantantes cristianos más o menos conocidos de ambos sexos. En ese momento me hice una pregunta que también se ha hecho Isabel Pavón y supongo que otras muchas: ¿dónde están mis hermanas? Eso también es darle menos valor a la voz de una mujer que a la de un varón. Creo que es de justicia que nuestra voz se oiga y valga lo mismo que la de los varones. Espero que algún día podamos dejar de preguntarnos dónde han metido a las mujeres, aunque me temo que todavía queda un largo camino.
Mª Auxiliadora Pacheco
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